martes, 28 de septiembre de 2010

AYER FUE TIEMPO

  Obra del ceramista y escultor sanjuanino Luis Fernández
Fotografía: Gabriela Lucero
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Dio
la tierra
hombre
de brazo manso
y tranquila sombra.

Fuerte tallo
encuentra España.

Golpea
el hacha filosa
y corta.

Lo olvida
el pájaro,
la estrella
y se hunde
en la boca oscura
de la piedra.

Quiebra la espalda
y cae
y muere
el indio
en un camino de silencio.
........................................

Ayer
fue tiempo
donde
germinó la espina.

Verde
la afiló
el viento.

Maduró en la sangre
apurando
la lágrima rebelde.

Agujereo la piel.

Se incrustó
en el hueso.

Dolor
acostumbrado
hurgando
en la vena de la angustia
desde entonces,
cuando
chuza orgullosa
partía el aire
y pecho ofrecido.


Hizo hueco
el hombre hierro
madera
cal,
peón
de ajedrez triangular
debilitando pretensiones
con lenguaje
de cuchillos y de pólvora.

Lo empuja
el grito.

Cruza.

Trepa alto.

Vuelve
en ecos incansables.

Estremece
conquistada fibra.

Voces pálidas
fiebre
derritiendo los cerebros
le puso
la guerra entre los dientes.

Enhastó
igual bandera
limando
la áspera armonía
de su suelo.

Jineteando
caballos azules
pisó raya
en veredas coloradas.

Ardido de soles
hizo píe.

Amasó barro.

Hundió su rancho
en el paisaje.

Aprendió
idioma de urnas
con guitarra
y vino
derramado en los manteles.

La palabra
repetida caía de la boca.

La esperanza
bailoteaba entre la zamba
y se pegó en las paredes negras.

...y vio
pueblos
llegando
por sus calles.

Lo nombraron
voces apretadas.

Se encontró poco.

Lejano de camino.

Los unió
danza y humo.

Amor y canto.

Y fueron
manos
dispuestas a manceras
clavando reja
en la cáscara sedienta.

Los surcos
se humedecieron
de siembra.

Sintió
dolor de tierra
pariendo espigas.

Sembró trigo.

Comió piedra.

Ayer
fue tiempo
donde
germinó la espina.

Cruje
en la carne seca.

Corta el grito
en las telas profundas
agotando
la escupida.

Penetra
en los grises del destino.

Encuentra
jotes
revolviendo cielo.

Ancha
es la hora de la espera
peregrino
del tiempo
y de la lágrima.

Caminante
seco
de aire
y luz
con silencio
apretado
en cada ojo.

Sombra
ahogada de sombra.

Opaca
música de otoño
apuntalada de historia.

Ayer
fue tiempo
donde
germinó la espina.


. . . y de aquella
montonera
y lanza.

Nervio
y voz.

Pala
y hacha,
quedó
la masticada chilca
como risa mezclada en la saliva.

Y allí
donde tienen latido los terrones
el sol
está quemando los huesos
y la manos.

El ave
olvida la lombriz arrancada.

Ya hay baldío
llenándose de latas

y de pájaros muertos

(del libro AYER FUE TIEMPO Y OTROS POEMAS / 1968)

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